martes, 26 de junio de 2012

TP MIO CID


Profesora Mariana Inés Couto.
Literatura 4° 3°
T P Poesía épica española.  Los cantares de gesta . Poema de Mío Cid.
Poesía épica: son manifestaciones literarias de carácter narrativo  que cuentan las hazañas de héroes o l0os orígenes míticos de un pueblo. Gralmente se trasmiten de manera oral y no tienen autor conocido. A este género pertenece la Ilíada y la Odisea (de la que ya hablamos suficientemente)
Entendemos por poesía Cantares de gesta  aquellos versos destinados a cantar las hazañas de un héroe o de una colectividad, que se cultivó en Europa durante la Edad Media (siglo VIII hasta el XV).
    
 Mester de juglaríajuglar- mester de clerecía
Los denominados tradicionalistas defienden el origen de la épica en el Mester de Juglaría (el oficio de los juglares). Los juglares, en el repertorio de cantos que realizaban para entretener y divertir a la gente en actuaciones públicas, tanto en las plazas, las romerías, los lugares recreativos del momento, o los atrios de las iglesias, incluían el cantar de las hazañas de un determinado personaje del momento o histórico, o de un pueblo. Estos modos de diversión pública ya tenían lugar en la antigüedad clásica o entre los musulmanes, con figuras similares a la de los juglares. Los tradicionalistas opinan que son las prácticas juglarescas -herederas de las tradiciones clásicas y antiguas- las que provocan la aparición de la literatura neolatina y, como consecuencia, de la épica. El juglar es entendido como poeta y, al mismo tiempo, intérprete de la obra, y conocedor de la técnica literaria como parte de su formación cultural. Es decir, el término juglar para nada es sinónimo de inculto, sino de diversión.

Como contrapartida a los tradicionalistas están los individualistas, quienes defienden el origen de la épica en el Mester de Clerecía (el oficio de los clérigos). Los clérigos eran los hombres poseedores de la cultura -en el sentido más amplio de la palabra- de la época y, por lo tantos, tenían la posibilidad de conocer los hechos históricos y reflejarlos por escrito (hecho que ocurre algo más tarde). Los individualistas creen en que son autores concretos los iniciadores de los poemas épicos, y no una colectividad. No dudan de que los clérigos utilizaran a los juglares como medio de difusión de la cultura.

Es necesario señalar que, sea su origen juglar o clerical, las intenciones que tuvieran cada uno de ellos -dado sus oficios- debieron ser distintas: el juglar, divertir e informar; el clérigo, adoctrinar. 

El juglar, como profesional de la diversión, actuaba frente a públicos de distintos tipos y niveles culturales, lo que provocaba que los poemas memorizados debieran adaptarlos en cada momento, en un sentido orgánico de la creación, para ser aceptado por los espectadores, y no sufrir el rechazo. Esto implica que estos poemas no tenían, en sus principios, ni la uniformidad ni la conservación que tiene la literatura actual. Los poemas épicos estaban afectados tanto por la renovación continua como por las tendencias y modas literarias de cada instante, hasta que empezaron a aparecer los primeros documentos escritos de los mismos (aproximadamente en el siglo X).

El clérigo buscaba el adoctrinamiento utilizando leyendas e historias, en su afán de la atracción de los peregrinos y fieles a sus pensamientos. Existieron, incluso, clérigos vagabundos, juglares, que iban de boca en boca alimentando esta práctica de la publicidad de la poesía épica.


Poema de MíoCid



Los tradicionalistas aseguran que fue compuesto a mediados de siglo XII, pero lo conocemos por medio de un manuscrito  del año 1307, códice al que le faltan una hoja al comienzo y dos en sus interior.

Rodrigo Díaz de Vivar, llamado El Cid Campeador; Vivar, actual España, h. 1043 - Valencia, 1099) Caballero castellano. Hijo de Diego Laínez, descendiente del semilegendario Laín Calvo, quedó huérfano a tierna edad y fue educado junto al infante Sancho, hijo del rey Fernando I de Castilla y León, quien, al acceder al trono castellano, lo nombró alférez real (1065). Hacia 1066, el prestigio de Rodrigo Díaz se vio notablemente incrementado a raíz de su victoria en el combate singular que mantuvo con el caballero navarro Jimeno Garcés, para dirimir el dominio de unos castillos fronterizos que se disputaban los monarcas de Castilla y Navarra; el triunfo le valió el sobrenombre de Campeador.
El poema es una acertada mezcla de historia e invención. La mayor novelizacíon se da en los matrimonios del Cid con los Infantes de Carrión, que no fueron históricamente más que unos simples desposorios, luego anulados. Pocos son los personajes sin identificación histórica.
También la geografía del cantar se ajusta a la topografía real de su tiempo.

Pero vamos ya al texto a ver de qué se trata.

Poema de Mío Cid
Cantar Primero: Destierro del Cid
[El Cid, que servía al rey Alfonso VI, fue atacado por el conde García Ordóñez, un gran amigo del rey. El Cid no pudo dejar sin vengarse el ataque y venció al conde, insultando su honor: le mesó la barba (le arrancó pelos de la barba). García Ordóñez se puso furioso y le habló mal del Cid al rey. El rey desterró al Cid. El poema comienza en el momento de salir de Burgos.]
1
Con sus ojos   muy grandemente llorando
tornaba la cabeza   y estábalos mirando:
vio las puertas abiertas,   los postigos sin candado,
las perchas vacías   sin pieles y sin mantos
y sin halcones   y sin azores mudados.
Suspiró mío Cid   triste y apesadumbrado.
Habló mío Cid   y dijo resignado:
«¡Loor a ti, señor Padre,   que estás en lo alto!
Esto me han urdido   mis enemigos malos».
Notas:
postigo: puerta
halcón: pájaro fuerte que se usa para la caza
azores: pájaros fuertes mudados: que habían cambiado las plumas
apesadumbrado: muy triste
me han urdido: han conspirado contra mí
2
Ya cabalgan aprisa,   ya aflojan las riendas.
Al salir de Vivar,   tuvieron la corneja diestra,
y entrando en Burgos,   tuviéronla siniestra.
El Cid se encogió de hombros   y meneó la cabeza:
«¡Albricias, Álvar Fáñez,   que si ahora nos destierran
con muy gran honra   tornaremos a Castiella!»
corneja diestra ... siniestra: ver una corneja (pájaro negro) a la derecha (diestra) 
significaba buena fortuna; a la izquierda (siniestra) indicaba mala fortuna
3
Mío Cid Ruy Díaz   por Burgos entróve,
van en su compañía   sesenta pendones;
salen a verlo   mujeres y varones,
burgueses y burguesas   a las ventanas se ponen,
llorando de los ojos,   ¡tan grande era su dolor!
De las sus bocas   todos decían una razón
«¡Dios, qué buen vasallo,   si tuviese buen señor!»
entróve: entró
razón: palabra
4
Le hospedarían con gusto,   pero ninguno osaba:
que el rey don Alfonso   le tenía gran saña.
Antes de la noche   en Burgos entró su carta
con gran mandamiento   y fuertemente sellada
que a mío Cid Ruy Díaz   que nadie le diese posada 
y aquellos que se la diesen   supiesen vera palabra
que perderían sus bienes   y además los ojos de la cara,
y aun además   los cuerpos y las almas.
Grande duelo tenían   las gentes cristianas;
se esconden de mío Cid,   que no osan decirle nada.
El Campeador   se dirigió a su posada;
cuando llegó a la puerta, la halló bien cerrada,
por miedo del rey Alfonso, así ellos acordaran:
que a menos que la rompiese,   no se la abrirían por nada.
Los de mío Cid   a altas voces llaman,
los de dentro   no les querían responder palabra.
Aguijó mío Cid,   a la puerta se llegaba,
sacó el pie del estribo,   un fuerte golpe daba;
no se abre la puerta,   que estaba bien cerrada.
Una niña de nueve años   a mío Cid se acercaba:
«Ya Campeador,   en buen hora ceñiste espada
«El rey lo ha vedado,   anoche entró su carta,
«con gran mandamiento   y fuertemente sellada.
«No os osaríamos   abrir ni acoger por nada;
«si no, perderíamos   los bienes y las casas,
«y aún además   los ojos de las caras.
«Cid, en nuestro mal   vos no ganáis nada;
mas el Criador os guarde   con todas sus virtudes santas».
Esto la niña dijo   y tornó para su casa.
Ya lo ve el Cid   que del rey no esperaba gracia.
Partióse de la puerta,   por Burgos aguijaba,
llegó a Santa María,   luego descabalga;
hincó las rodillas,   de corazón rogaba.
La oración hecha,   luego cabalgaba;
salió por la puerta,    el río Arlanzón pasaba.
Junto a la villa de Burgos   en la glera acampaba,
mandó plantar las tiendas,   después descabalgaba.
Mío Cid Ruy Díaz,   el que en buen hora ciñó espada,
acampó en la glera   que nadie le abre su casa;
están junto a él   los fieles que le acompañan.    
Así acampó mío Cid   como si fuese en montaña.
saña: enojo, odio
fuertemente sellada: enviada por el rey con intenciones severas
supiesen vera palabra: no debieran dudar
acordaran: habían acordado
la rompiese: rompiese la puerta
aguijar: espolear, incitar (un caballo)
ceñiste: te pusiste
vedado: prohibido
glera: ribera del río
montaña: bosque
[El Cid pasa por San Pedro de Cardeña para despedirse de su mujer, doña Jimena, y a sus hijas, doña Elvira y doña Sol.]
He aquí a doña Jimena   que con sus hijas va llegando;
dos dueñas las traen   a ambas en sus brazos.
Ante el Campeador doña Jimena   las rodillas ha hincado.
Lloraba de los ojos,   quiso besarle las manos:
«¡Ya Campeador,   en hora buena engendrado,
«por malos intrigantes   de Castilla sois echado! »
16
«Ay, mi señor,   barba tan cumplida,
«aquí estamos ante vos   yo y vuestras hijas,
«(muy niñas son   y de pocos días),
«con estas mis damas   de quien soy yo servida.
«Ya lo veo   que estáis de partida,
«y nosotras y vos   nos separamos en vida.
«¡Dadnos consejo,   por amor de Santa María!»
Alargó las manos   el de la barba bellida,
a las sus hijas   en brazos las cogía,
acercólas al corazón   que mucho las quería.
Llora de los ojos,   muy fuertemente suspira:
« Ay, doña Jimena,   mi mujer muy querida,
«como a mi propia alma   así tanto os quería.
«Ya lo veis   que nos separan en vida,
«yo parto y vos   quedáis sin mi compañía.
«Quiera Dios   y Santa María,
«que aún con mis manos   case estas mis hijas,
«y vos, mujer honrada,   de mí seáis servida».
barba tan cumplida: referencia al machismo, al poder del Cid y al respeto que se le debe
bellida: bella
17
Por Castiella se va   oyendo el pregón,
cómo se va de tierra   mío Cid el Campeador;
unos dejan casas   y otros, honor.
En ese día   en el puente de Arlanzón
ciento quince caballeros   todos juntados son;
todos demandan   por mío Cid el Campeador.
honor: aquí, tierras y haciendas
18
[Ya llega el momento de salir de su tierra. El Cid les habla a sus hombres.]
El día es salido,   la noche quería entrar,
a sus caballeros   mandólos todos juntar:
«Oíd, varones,   no os dé pesar;
«poco dinero traigo,   vuestra parte os quiero dar.
«Tened en cuenta   cómo os debéis comportar:
«mañana temprano   cuando los gallos cantarán,
«no perdáis tiempo,   los caballos ensillad;
«en San Pedro, a maitines   tañerá el buen abad,
«nos dirá la misa   de Santa Trinidad;
«dicha la misa,   tendremos que cabalgar,
«pues el plazo se acerca   y mucho hemos de andar».
Como lo manda mío Cid   así todos lo harán.
Hecha la oración,   la misa acabada ya,
salieron de la iglesia,    ya quieren cabalgar.
El Cid a doña Jimena    la iba a abrazar;
doña Jimena al Cid   la mano le va a besar,
llorando de los ojos   que ya no puede más.
Y él a las niñas   volviólas a mirar:
«A Dios os encomiendo,   nuestro Padre espiritual,
«ahora nos separamos,   ¡Dios sabe el ajuntar!
Llorando de los ojos   con un dolor tan grande,
así se separan   como la uña de la carne.
a maitines tañera: se doblarán las campañas para llamar a la gente a la iglesia
ajuntar: el momento de reunirse otra vez
19
Se acostó mío Cid   cuando la noche llegó,
soñó un sueño dulce,   ¡qué bien que durmió!
El ángel Gabriel   a él vino en visión:
«Cabalgad, Cid,   el buen Campeador,
«que nunca en tan buen hora   cabalgó varón;
«mientras que vivieseis   tendréis buen honor».
Cuando despertó el Cid,   la cara se santiguó.
[El Cid y sus hombres entran el reino moro de Toledo, un rey tributario del rey Alfonso. El Cid va rumbo a Castejón mientras Álvar Fáñez y otros hombres pasan por Guadalajara. El Cid llega a Castejón.]
23
Ya amanecía   y venía la mañana,
salía el sol,   ¡Dios, qué hermoso apuntaba!
En Castejón   todos se levantaban,
abren las puertas,   afuera se mostraban,
para ir a sus labores   y a sus campos de labranza.
Todos han salido   dejan libre la entrada,
sólo pocas gentes   en Castejón quedaban;
las gentes por los campos   andan ocupadas.
El Campeador   salió de la celada,
en torno a Castejón   aprisa cabalgaba,
Mío Cid don Rodrigo   corre hacia la entrada,
los que guardan la puerta   viéndola asaltada,
tuvieron miedo   y la dejan desamparada.
Mío Cid Ruy Díaz   por las puertas entraba,
trae en la mano   desnuda la espada,
quince moros mataba   de los que alcanzaba.
Ganó a Castejón   y mucho oro y plata.
Sus caballeros   llegan con la ganancia,
la dejan a mío Cid   sin querer para sí nada.
salió de la celada: salió de donde estaba escondido
[Álvar Fáñez vuelve de Guadalajara con la riqueza que ganó (ovejas, caballos, etc.). El Cid comparte el tesoro con sus hombres. El Cid decide abandonar Castejón porque no quiere ser atacado por el rey Alfonso (y Alfonso es amigo del rey de Toledo donde queda la ciudad). Para mostrar su generosidad, el Cid libera a 200 moros que había cautivado.]
«Del castillo que tomaron   todos ricos se van;
los moros y las moras   bendiciéndole están».
[El Cid decide ir a atacar Alcocer. El rey de Valencia, que controla Alcocer, manda un ejército de 3.000 hombres para reconquistar la ciudad. Los moros cercan al Cid y le quitan el agua. Los hombres del Cid quieren ir a la batalla, pero el Cid quiere consultar con sus hombres.]
34
Al cabo de tres semanas,   cuando la cuarta iba a entrar,
mío Cid de los suyos   se quiso aconsejar:
«El agua nos han quitado,   nos va a faltar el pan,
«si quisiéramos irnos de noche   no lo consentirán;
«son demasiadas sus fuerzas   para con ellos luchar;
«decidme, caballeros,   qué consejo tomar».
Primero habló Minaya,   un caballero leal:
«de Castilla la gentil   hemos venido acá,
«si con moros no luchamos   no ganaremos el pan.
«Somos unos seiscientos,   acaso alguno más;
«en el nombre del Criador   que no se haga más;
sino irlos a combatir   mañana sin tardar».
Dijo el Campeador:   «ése es buen hablar;
hablasteis como honrado,   como era de esperar».
[Se preparan para el ataque y, al amanecer, el Cid manda que todos salgan a la batalla. El Cid entrega su enseña (su bandera) a Pero Bermúdez para que la lleve.]
Abrieron las puertas,   afuera salen ya;
los ven las avanzadas,   a sus huestes van a avisar.
¡Con qué prisa los moros   se comienzan a armar;
ante el ruido de los tambores   la tierra quería quebrar;
vierais armarse a los moros,   aprisa entrar en haz
En la parte de los moros   dos grandes enseñas van,
y los otros pendones,   ¿quién los podría contar?
Las haces de los moros   comienzan a avanzar
hacia mío Cid y los suyos,   para irlos a atacar.
«Estad quietas, mesnadas,   aquí en este lugar,
«nadie salga de filas   hasta que lo oigáis mandar».
Aquel Per Bermúdez   no se pudo aguantar;
la enseña tiene en la mano,   comenzó a espolear:
«¡El Criador nos valga,   Cid Campeador leal!
«Voy a meter vuestra enseña   en medio del mayor haz;
«veremos estos caballeros   cómo la protegerán».
Dijo el Campeador:    «¡No lo hagáis, por caridad»
Repuso Per Bermúdez:    «¡Ya veréis como se hará!»
Espoleó al caballo,   lo metió en mayor haz.
Los moros lo reciben,   la enseña vanle a quitar,
le dan grandes golpes   no le pueden derribar.
Dijo el Campeador:   «¡Valedle, por caridad!»
avanzadas: hombres moros que vigilaban la tierra
haz: formación para la batalla
enseña: bandera
mesnada: tropa
espolear: incitar al caballo
35
Embrazan los escudos   ante sus corazones,
enristran las lanzas,   envueltos los pendones,
inclinaron las caras   encima de los arzones,
íbanlos a atacar   con fuertes corazones.
A grandes voces llama   el que en buena hora nació:
«¡Atacadlos, caballeros,   por amor del Criador!
«¡Yo soy Ruy Díaz de Vivar,   el Cid Campeador!»
Todos atacan al haz   donde está Per Bermudoz.
Trescientas lanzas son,    todas llevan pendón;
trescientos moros matan   al primer empujón,
y al hacer la tornada   otros tantos muertos son.
enristran: bajan
pendones: banderas o estandartes
arzón: parte de la silla
hacer la tornada: virar para atacar desde la dirección opuesta
36
Allí vierais tantas lanzas   subir y bajar,
tanta adarga   horadar y pasar,
tanta loriga   romper y rajar,
tantos pendones blancos   rojos de sangre quedar,
tantos buenos caballos   sin sus dueños andar.
Oyerais a unos, «¡Mahoma!»;   a otros, «¡Santiago!» gritar.
Yacían por el campo   en poco lugar
mil y trescientos   moros muertos, ya.
adarga: escudo de cuero
horadar: agujerear, atravesar de parte a parte
loriga: arma para defender el cuerpo, cota de mallas
rajar: romper
Santiago: santo patrón a quien los cristianos dedicaban sus batallas
[Los hombres del Cid vencen a los moros y los persiguen hasta Calatayud. Los hombres del Cid ganan mucho tesoro de la conquista y envían parte de su riqueza al rey Alfonso. El rey acepta el regalo y proclama que los que quieran podrán juntarse con el Cid. Pero todavía mantiene en efecto el destierro del Cid. El Cid continúa sus hazañas en Zaragoza y termina por dominar el reino de Zaragoza. Hacia el final del cantar, el Cid decide ir a tierras bajo la protección de Barcelona, pero el Conde de Barcelona se siente insultado y ataca al Cid. El Cid vence al Conde y gana la espada, "Colada."]
Cantar segundo: resumen
[En el segundo Cantar, el Cid continuó sus campañas y conquistó Valencia. Todos sus hombres ya eran muy ricos. Como símbolo de su honor, el Cid dejó crecer su barba. El éxito del Cid causó que García Ordóñez se pusiera envidioso y que los Infantes de Carrión se pusieran codiciosos. Éstos pensaron casarse con las hijas del Cid. Jimena y las hijas se reunieron con el Cid en Valencia. Hubo más batallas y al Cid le gustó que su familia pudiera verle luchar. Puesto que el Cid había ganado tanto, el Rey Alfonso perdonó al Cid y propuso el matrimonio entre sus hijas y los Infantes. Al Cid no le gustó la idea pero aceptó con tal que el Rey se tomara la responsabilidad por estos casamientos. Ya en el tercer cantar, los Infantes se han casado con las hijas del Cid y viven con sus hombres. Un día, un león que tenían se escapó de su jaula.]
Cantar tercero
La afrenta de Corpes
 Tarea: Buscar el contenido del Cantar Tercero y copiarlo en la carpeta.
Mester de clerecía
Milagros de nuestra Sennora, Gonzalo de Berceo (milagros de nuestra Señora)
PROLOGO
1. Amigos e vasallos de Dios omnipotent,
Si vos me escuchasedes por vuestro consiment,
Querriavos contar un buen aveniment:
Terrésdelo en cabo por bueno verament.

2. Yo maestro Gonzalvo de Berçeo nonnado
Iendo en romeria caeçi en un prado
Verde e bien sençido,de flores bien poblado,
Logar cobdiçiaduero pora omne cansado.

MILAGRO XI
El labrador avaro
270. Era en una tierra un omne labrador,
Que usaba la reia mas que otra labor:
Mas amaba la tierra que non al Criador,
Era de muchas guisas omne revolvedor.

271. Façie una nemiga, façiela por verdat,
Cambiaba los mojones por ganar eredat:
Façie a todas guisas tuerto e falsedat,
Avie mal testimonio entre su veçindat.

272. Querie, peroque malo, bien a Sancta Maria,
Udie sus miraculos, dabalis acogia:
Saludabala siempre, diçiela cada dia
A ve graçia plena que parist a Messia.

273. Finó el rastrapaia de tierra bien cargado,
En soga de diab]os fue luego cativado,
Rastrabanlo por tienllas de coçes bien sovado,
Pechabanli a duplo el pan que dio mudado.

274. Dolieronse los angeles desta alma mesquina,
Por quanto la levarian diablos en rapina:
Quisieron acorrelli, ganarla por veçina,
Mas por fer tal pasta menguabalis farina.

275. Si lis diçien los angeles de bien una razon,
Çiento digien los otros, malas qua buenas non:
Los malos a los bonos tenienlos en rencon,
La alma por peccados non issie de preson.

276. Levantosse un angel, disso: io so testigo,
Verdat es, non mentira, esto que io vos digo:
El cuerpo, el que trasco esta alma consigo,
Fue de Sancta Maria vassaIlo e amigo.

277. Siempre la ementaba a iantar e açena:
Diçieli tres palabras: Ave graçia plena:
La boca por qui essie tan sancta cantilena,
Non mereçie iaçer en tan mala cadena.

278. Luego que esti nomne de la sancta reyna
Udieron los diablos, cojieron ssada hina,
Derramaronse todos commo una neblina,
Desampararon todos a la alma mesquina.

279. Vidieronla los angeles seer desemparada,
De piedes e de manos con sogas bien atada,
Sedie commo oveia que iaçe ensarzada,
Fueron e adussieronla pora la su maiada.

280. Nomne tan adonado e de vertut atanta
Que a los enemigos seguda e espanta,
Non nos debe doler nin lengua nin garganta,
Que non digamos todos: Salve Regina sancta.

Resumiendo…


Diferencias
Diferencias

Mester de juglaría
Mester de clerecía

Métrica irregular
Métrica regular

Series indefinidas de cantidad variable de versos
Estrofa de cuatro versos o cuaderna vía.

Rima asonante.
Rima consonante

Temática limitada a la historia de España
Temática variada (sacra, novelesca, histórica)

Asuntos tomados de la realidad circundante o de la tradición oral.
Asuntos tomados de fuentes escritas latinas

Poesía oral
Poesía escrita.

Poesía colectiva, impersonal y tradicional
Poesía individual





Similitudes
Uso de la lengua vulgar o romance
Público: el pueblo en el sentido amplio
Divulgación oral
Aspiración a entretener al público.


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